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Beitrag vom 25.10.2012
Helga Simon. La Mujer de la Cámara
Daniela Rusowsky
La documentalista y periodista Daniela Rusowsky entrevistó a Helga Simon, una verdadera leyenda de la fotografÃa de socialité (nacida en 1928). En su apartamento en BerlÃn, conversaron sobre...
... cómo su madre logró salvarla de la muerte en la Alemania nazi y de cómo llegó a documentar en imágenes, la vida y renacer de la comunidad judÃa de BerlÃn.
Helga Simon nos abre la puerta con desconfianza, y nos mira por la rendija mientras deja el seguro puesto. Ha escuchado sobre los asaltos a mujeres mayores y también sabe demasiado de lo dura que puede ser la vida o de lo fácil que puede ser perderla. Una vez que nos reconoce baja la guardia y nos hace pasar sin problemas. Su departamento es amplio y por sus paredes altas, una infinidad de papeles, cajas y álbumes de fotos se encumbran por las estanterÃas hasta el techo. Se mueve con dificultad, su salud se ha deteriorado con rapidez durante el último año y a pesar de una ceguera progresiva, dejar de trabajar no es algo que esté en sus planes.
Mi marido me acompaña como traductor. Ella nos ofrece asiento, los que debe primero despejar de fotografÃas y documentos, mientras los deja sobre una mesa sobre la cual se mezclan fotografÃas de distintas épocas que ha buscado para mostrarlas como ejemplo de su trabajo. Antes de empezar pone las reglas del juego bien claras: no quiere hablar de religión ni de su edad. No la oculta, y nos cuenta sin reparos que nació en 1928, pero no quiere que ese sea un tema de importancia para el artÃculo. Quiere ser reconocida por sus logros y su talento, no por su longevidad ni sus creencias. Y tiene razón, porque el mérito de Helga Simon no es haber envejecido, sino haber trabajado por su existencia cada dÃa de su vida.
Nació en BerlÃn cuando la ciudad era uno de los rincones más efervescentes del mundo. Hija de una conocida modista alemana de familia protestante, y un héroe de guerra de origen judÃo, Helga creció entre culturas sin mayores conflictos. Con la guerra todo cambió y a pesar de los años aún le duele la ingratitud con la que su paÃs trató a su padre.
"Mi padre fue deportado a Auschwitz e incluso habÃa sido premiado durante la Primera Guerra Mundial. Se enroló en la guerra voluntariamente. Nació en 1896 y era aún muy joven y fue herido en el pulmón (…) Con el tiempo desarrolló problemas al corazón y después tuberculosis. Mi padre era un empleado del Dresdner Bank, pero su salud se deterioró tanto que ya no podÃa trabajar. Recuerdo que desde niña él no podÃa estar con nosotras porque su enfermedad era contagiosa. Se fue a vivir con sus padres y me acuerdo que cuando lo visitaba siempre estaba tosiendo"
Continúa su relato con firmeza, como si contar su historia le pareciera aún algo increÃble de haber vivido.
"Mi madre tenÃa dos tiendas de moda en BerlÃn, una en Kastanienallee 101, frente al Prater, y una tienda de moda en la fábrica de cerveza Schultheiss, en Schönhauser Allee 44. Mi madre diseñó ropa e hizo desfiles de moda muy exitosos, mi madre era muy famosa como diseñadora de modas y también tenÃa un anuncio publicitario en la estación de metro de Danziger Straße, cerca de modas ESK (Else Simon Kastanienallee ). En la guÃa telefónica antigua se puede encontrar su teléfono de modas ESK", relata con orgullo.
De pronto su semblante cambia nuevamente y renace la impotencia del momento en que la noche de los cristales rotos quebró su vida y la de su madre.
"Mi madre tenÃa un competidor que le molestó que mi madre tuviera tanto éxito. El también tenÃa una tienda de moda. Cuando se dio cuenta de que yo soy judÃa, en la Kristallnacht dibujaron en la vitrina de mi madre con una pluma de color negro azabache una estrella de David pintada y escribieron "niño judÃo". Asà aprendà por qué habÃa tenido que empacar mis cosas y dejar la escuela. Esa fue la Kristallnacht, cuando yo tenÃa diez años de edad."
Los años siguientes fueron difÃciles. Un dÃa el director de la escuela pública ubicada en Eberswalder Strasse entró a la sala y le pidió que empacara sus cosas y se fuera. Después comprendió que era porque ya no admitÃan niños de padres judÃos. Su madre buscó para ella una escuela privada donde fue aceptada, pero después de que una bomba explotó cerca de su edificio, decidió que era más seguro trasladarse fuera de BerlÃn. Su madre le consiguió un documento de identidad que no estuviera marcado con la letra "J", y eso les permitió vivir en relativo anonimato en casa de unos parientes de su madre en Insterburg, en Prusia Oriental.
"La tarjeta de identidad me salvó la vida. Luego vinieron los rusos. (…) Cuando la guerra llegó a su fin, ya tenÃa 17 años y mi con mi madre huimos desde Prusia hacia nuestra casa en BerlÃn. Ella se consiguió un carro con dos caballos, para acarrear las cosas que querÃamos salvar. Entre la caravana de refugiados habÃa soldados desertores alemanes y los americanos lanzaron bombas aéreas. Entonces mi madre puso sobre mà a un perro, no podÃamos escapar, todo fue de repente todo pasó muy rápido. Mi madre se fue a la derecha. Y el perro estaba sobre mi cabeza. Mi madre me dijo "Mi niña, podrás sobrevivir a la guerra ilesa, pero yo no." (…) Apenas tuvo tiempo para poner el perro sobre mi cabeza y dispararon. Y una bala alcanzó al perro y cayó muerto sobre mi cabeza y me salvó la vida... Nunca lo voy a olvidar"
Su relato continúa como si lo reviviera con la angustia de no acordarse de los detalles, pero es la angustia y la confusión la que retorna vÃvida. No sabe si perdió la conciencia, sólo que de pronto era de noche y que escuchó voces de soldados alemanes cerca. La llevaron hasta un granero donde habÃa animales y personas refugiadas. Ella escondió su miedo y optó por ir con ellos para no morir congelada. HabÃa perdido a su madre en medio de la confusión, no sabÃa si estaba viva o muerta. Los miró y les dijo:
"Echo de menos a mi madre"...Helga Simon continúa su relato sin pausa, lo cuenta con pasión. "Luego les describà lo que llevaba puesto mi madre y luego dos soldados me dijeron que la habÃan encontrado, pero que un disparo la lesionó y ni siquiera podÃa caminar. También dijeron que se la habÃan llevado para curarla"
Lo que fue un alivio, se transformó con los dÃas en un vacÃo y una interrogante. No supo si finalmente habÃa muerto de esa herida o qué pasó con ella. Helga nunca más volvió a ver a su madre, en su corazón supo entonces que ahora era huérfana.
Después logró tomar un tren hasta Demmin donde se dirigió al departamento de ayuda de invierno. Allà una mujer se apiadó de ella, la llevó a su casa y le dio ropas limpias. Cuando el esposo de la mujer llegó vestido con ropas de oficial Nazi, sintió pavor, pero tampoco dijo nada. Comió y se recuperó un poco, para luego escapar. Supo más tarde por un vecino de la zona con quien mantuvo contacto que la pareja tiempo después se habÃa suicidado ahogándose en el lago. Finalmente cuando logró llegar a BerlÃn comenzó a trabajar como enfermera y aunque pensó en emigrar de Alemania, no se dieron las cosas. Se resignó a quedarse en BerlÃn, después de todo era el lugar donde nació y aún lo consideraba su hogar.
"Me habÃa propuesto que querÃa emigrar, eso es correcto. Pero conocà a dos niñas que vivÃan aquà en BerlÃn, eran todos muy amables conmigo y los padres también. Bueno, y entonces me dije a mi misma que BerlÃn que también es mi casa, que nacà aquà y decidà quedarme en BerlÃn. Bueno, también conocà a Grueber Provost. Y a su vez Probst y Grüber me han contactado con Galinski. Si ese no hubiera sido el caso, entonces sin duda también habrÃa emigrado."
Fue a través del departamento de vÃctimas del fascismo donde la pusieron en contacto con Heinz Galinski, mucho antes de que éste asumiera como presidente de la comunidad judÃa. Él se propuso ayudarla como si fuera su hija, y fue el principio de una larga y duradera amistad que cambiarÃa el destino de Helga Simon. Galinski la incentivó a convertirse halájicamente al judaÃsmo y a iniciarse profesionalmente en la fotografÃa, llegando a convertirse en la fotógrafa oficial de la Comunidad JudÃa de BerlÃn. Hoy Helga Simon ha sido testigo de la evolución de la comunidad desde sus inicios, y su casa guarda el más fidedigno testimonio de esta historia. Su presencia es un pasaporte de entrada a cualquier evento comunitario, ya sea social, educativo, deportivo o religioso. Helga Simon está ahà para dejar registro. En su opinión el cambio más significativo de la comunidad ha sido la absorción de los judÃos provenientes del bloque de la ex Unión Soviética. De algún modo este cambio la incomoda, tal vez le recuerda su huÃda del ejército ruso donde perdió a su madre, o tal vez simplemente es porque ha borrado poco a poco el espÃritu de la comunidad de judÃos alemanes con la que se siente más identificada.
"Si voy a un evento escucho que sólo hablan ruso. Ya apenas oÃmos hablar alemán. Para mÃ, personalmente, me entristece que esto ha cambiado mucho. Para aquellos que realmente provienen de Alemania y aún asà han sobrevivido a la guerra, que siempre son cada vez menos, ¿no? El alemán apenas se habla, los discursos, por supuesto son en alemán, pero casi siempre hay alguien que los traduce al ruso."
Helga necesitaba ganarse la vida, y la fotografÃa se convirtió para ella en su forma de hacerlo y en su razón de vivir. Además de asumir el rol de fotógrafa de la comunidad judÃa, principalmente en horario diurno, durante la noche ese convirtió en la fotógrafa oficial del Café Keese en Bismarckstrasse.
"Por cuarenta años he asistido todas las noches a tomar fotografÃas de los clientes. Nunca me ha molestado trabajar de dÃa y también de noche (…) Por eso no he tenido ningún hombre, no tengo tiempo (…). Por supuesto que habÃa hombres interesados en mÃ, pero yo no tenÃa tiempo (…) Estoy casada con mi cámara. Ha ella he sido fiel, pero no a los hombres."
Frau Simon tiene un espÃritu inquieto y una pasión por fotografiar. Ha hecho frente a cambios tecnológicos en la fotografÃa con asombrosa facilidad.
"Con la fotografÃa digital ahora trabajar es mejor que nunca . Porque ahora ya no es necesario usar pelÃculas, que cuestan mucho dinero. Los chips incluso se pueden borrar y volver a usar. Todo esto no es tan costoso como antes."
Si bien confiesa que el cambio a la tecnologÃa digital no le causó ningún problema, el uso de computadores no se le ha hecho tan fácil "Hay un joven que siempre viene a ayudarme cuando su tiempo lo permite. El sabe sobre el procesamiento de imágenes y está familiarizado con el equipo."
Aunque es abierta a recibir ayuda cuando la necesita, su trabajo ha sido siempre más bien independiente. Durante su carrera capacitó a algunos jóvenes interesados en desarrollar una carrera fotográfica, y tuvo algunos ayudantes en su estudio, pero no en forma permanente. Frau Simon siempre ha disfrutado de su autonomÃa, y se mueve en el mundo fotografiando la vida de otros, capturando momentos para la posteridad.
No le importa la naturaleza del evento, mientras su misión sea la de captar el instante adecuado con un click de su cámara. Nos le gustan los fotógrafos que abusan del obturador. Para ella simplemente hay que saber cuándo disparar, tal vez un hábito que le quedó de cuando cuidar el uso de materiales era clave para que su negocio fuera rentable. Se la puede encontrar trabajando con la misma naturalidad en una ceremonia religiosa, un partido de fútbol, o una reunión de directorio. Para ella no hay diferencia entre retratar a los presidentes de Alemania –de hecho los ha retratado a todos- o a las chicas de la Feria Erótica Venus, a la cual atiende anualmente. Al preguntarle a quién le gustarÃa fotografiar ella no sabe qué contestar, porque frente a sus ojos no existen diferencias, todos son seres humanos que posan frente a su lente. Tampoco puede precisar con detalle si alguno de sus trabajos ha sido para ella especialmente gratificante. Si bien no disimula su orgullo de haber fotografiado a polÃticos muy renombrados, recuerda también con el mismo orgullo el haber fotografiado a un cuidador de animales del zoológico de quien no recuerda su nombre.
Frau Simon es asÃ, simple, directa, sumida en sus papeles y compromisos que anota y revisa en su agenda como si la cotidianeidad la molestara, o tal vez la complica actual fragilidad de su memoria. Le pedimos que nos gustarÃa tomarle algunas fotografÃas junto a sus retratos de cuando era joven. Se acomoda el pelo ya blanco con el mismo peinado de sus tiempos de juventud, se sienta, gira su cabeza y sonrÃe chispeante en la misma pose con que ha mirado al obturador muchÃsimas veces a lo largo de su vida. Suena el teléfono y conversa sin prisa. Después nos pregunta si la podemos llevar a un evento de Makabi el Domingo porque no tiene nadie quien la ayude y la aflige que ya se comprometió a asistir. El precio de la soledad se deja sentir, y me doy cuenta por qué Helga Simon se aferró a su cámara como una náufrago a una tabla y no se soltará de ella hasta el último dÃa de su vida, hasta que la muerte las separe.
Daniela Rusowsky F.
Nacà en Viña del Mar, Chile, en 1974, donde vivà hasta 1998, me trasladé a Santiago. Tengo experiencia como productora de televisión, directora de documentales, consultora en comunicación corporativa y periodista. Soy Licenciada en Comunicación Social y Master en AntropologÃa y Desarrollo. He vivido en Chile, Puerto Rico, Jersey (Islas del Canal, GB). A mediados del año 2010 mi esposo -de nacionalidad alemana- perdió sorpresivamente su trabajo y nos vimos forzados a emigrar en busca de nuevas oportunidades. Actualmente estoy radicada en Alemania, donde vivo junto a mi esposo y nuestras dos pequeñas hijas. En el 2012 obtuve una beca Zurückgeben que me ha permitido producir un documental sobre la cocina judÃa en BerlÃn. Soy una madre a tiempo completo, apasionada por la cocina y me encanta salir a caminar o andar en bicicleta junto a mi familia. He viajado a casi 20 paÃses de 4 continentes. Hablo Español e Inglés, y tengo conocimientos de alemán y francés.
Daniela Rusowsky F.
Director of Communications
Funk Productions / Nature Heritage
Berlin, Germany
www.natureheritage.org
Copyright Fotos: ©Stephan M Funk
Das Projekt "Jüdische Frauengeschichte(n) in Berlin - Writing Girls - Journalismus in den Neuen Medien" wurde ermöglich durch eine Kooperation der Stiftung ZURÜCKGEBEN, Stiftung zur Förderung jüdischer Frauen in Kunst und Wissenschaft
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